Me gusto mucho por el gran significado que tiene para mi, pues tengo un huerto casero en la parte trasera de mi jardín. Tener un huerto casero aporta muchos beneficios.
- Disfruto estar al aire libre, pues esta actividad me ayuda a ganar la batalla contra el sedentarismo, y se que tengo que salir a fuerza para realizar las tareas diarias.
- Me relaja. El contacto con la tierra es una de las cosas que se hacen en silencio, por lo que también me ayudará a encontrar un minuto de paz y conexión conmigo misma, es como una terapia, porque me inspira paz, amor y calma.
- Se que es lo que estoy comiendo. Todo es orgánico, puesto que solo uso agua del pozo o de la lluvia, y cero agro químicos.
- Pero también es esa increíble satisfacción de que es algo que plante desde semilla, que regué y cuide con esmero, que vi crecer cada una de las hortalizas hasta que maduro, hasta que finalmente llego el día tan esperado de la cosecha y pasen de mi jardín a mi mesa.
Me siento enormemente bendecida con la cosecha de este año. Todo es regalo de Dios: “El grano para la siembra y el pan recién horneado, la semilla de su Palabra y los frutos de la fe en nuestra vida”.
Me quedare tranquila y descansando el resto de la tarde en mi jardín, mientras tomo sidra de manzana y disfruto de este hermoso y fresco día de otoño.
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